Cómo convencer a tus padres para usar un andador

Hace años, me encontré en una situación que muchos hijos con padres mayores reconocerán: cómo convencer a tus padres para usar un andador. Mi madre, una mujer orgullosa y testaruda de 75 años, estaba teniendo problemas evidentes de movilidad. La veía tambalearse al caminar, agarrarse a los muebles para mantener el equilibrio, y había tenido un par de sustos con caídas incluidas que, afortunadamente, no pasaron a mayores. Era obvio que necesitaba un andador, pero cuando se lo sugerí, su respuesta fue un rotundo: «¡Ni hablar!» (del peluquín, le faltó decir).

Convencer a mis padres del uso del andador

Así comenzó la misión (la odisea, me atrevería a decir) de convencer a mi madre a usar un andador. Fue un proceso largo y muchas veces frustrante, pero finalmente lo conseguí. Si estás en una situación similar, quiero compartir contigo mi experiencia y algunos consejos que aprendí en el camino. No te prometo que vaya a ser fácil, pero sí que vale la pena intentarlo.

Si quieres convencer a tus padres para usar un andador tienes que entender el «No»

Lo que más me costó aprender, pese a ser lo primero que debería de haber aprendido fue que para convencer a mi madre, ante todo tenía que entender por qué se negaba a utilizar el andador. Al principio, pensaba que era simple terquedad, pero pronto me di cuenta de que había razones más profundas detrás de su negativa.

Una tarde, mientras tomábamos café en su cocina, le pregunté directamente: «Mamá, ¿por qué no quieres, ni tan siquiera, considerar la posibilidad de usar un andador?». Su respuesta me abrió los ojos.

«Hijo, ¿tú has visto a alguien de mi edad con un andador?. Parecen ancianos decrépitos. Yo no estoy así todavía», me dijo con un tono entre indignado y triste (fulminándome, de paso, con la mirada).

Ahí estaba el quid de la cuestión: para mi madre, usar un andador era equivalente a rendirse ante la vejez, a admitir públicamente que ya no era la mujer independiente que siempre había sido. Era un golpe a su autoestima y a la imagen que tenía de sí misma.

Este es un sentimiento común entre nuestros padres mayores. El andador no es solo un objeto, es un símbolo cargado de significado. Representa la pérdida de independencia, la fragilidad, el miedo a ser una carga para los demás. Entender esto fue crucial para abordar el tema de una manera más empática y efectiva.

Cambiando el enfoque

Una vez que entendí los verdaderos motivos de mi madre, cambié mi estrategia. En lugar de insistir en el andador como una necesidad, empecé a hablar de él como una herramienta para mantener su independencia.

«Mamá», le dije un día, «¿recuerdas cuando empezaste a usar gafas?. Al principio no querías, pero luego te diste cuenta de que te permitían seguir tejiendo sin esfuerzo. El andador es algo parecido. No es que lo necesites porque estés mal, es que te va a permitir seguir haciendo todas las cosas que te gustan sin miedo a caerte».

Este cambio de perspectiva pareció interesarle, aunque todavía no estaba convencida. Fue entonces cuando decidí pasar a la acción con algunas estrategias concretas.

Convencer a tus padres para usar un andador

Estrategias que funcionaron (y algunas que no)

1. La Táctica del «pruébalo sin compromiso»

Una de las cosas que mejor funcionó para convencer a mi madre para usar un andador, fue sugerirle que probara uno sin ningún compromiso. Le dije: «Mira, vamos a la ortopedia, pruebas varios modelos, y si no te convence ninguno, pues nada, al menos lo habremos intentado».

Para mi sorpresa, aceptó. Creo que el hecho de no sentir presión para comprarlo o usarlo definitivamente la hizo más receptiva. En la ortopedia, probó varios modelos y, aunque al principio se sentía incómoda, poco a poco empezó a ver las ventajas.

2. Involucrar al médico (con cuidado)

Pensé que involucrar a la médica de cabecera sería una buena idea, y en parte lo fue, pero tuve que ser cuidadoso. En lugar de pedirle que le «ordenara» usar un andador, le pregunté si podía explicarle a mi madre los beneficios de usarlo y los riesgos de no hacerlo.

La conversación con la médica fue un punto de inflexión. Oír de boca de una profesional de la salud que el andador podría prevenir caídas graves y mantener su independencia por más tiempo, tuvo un impacto significativo en mi madre.

3. Buscar modelos «Cool» (sí, existen)

Una de las preocupaciones de mi madre era el aspecto del andador. «Son todos horribles y parecen de hospital», se quejaba. Así que me puse a investigar y descubrí que hay modelos bastante modernos y elegantes.

Le mostré fotos de andadores con diseños más atractivos, incluso algunos personalizables con colores y accesorios. Esto cambió completamente su percepción. «Bueno, este no está tan mal», admitió mirando un modelo en color burdeos que combinaba con su abrigo favorito.

4. La estrategia del «por si acaso»

Otra táctica que funcionó fue sugerir que podía tener el andador en casa «por si acaso». Le dije: «No tienes que usarlo siempre, pero estará ahí para cuando lo necesites; como cuando vamos de compras o a dar paseos largos».

Esta aproximación gradual fue clave. Mi madre empezó a usar el andador en casa, luego para salidas cortas, y poco a poco se fue sintiendo más cómoda con él en público.

5. Compartir Historias Positivas

Busqué historias de personas mayores activas que usaban andadores. Le conté la historia de Bob Hardy que participaba en maratones usando un andador, y sobre un conocido actor que aparecía en eventos públicos con uno.

Estas historias le ayudaron a ver que usar un andador no significaba renunciar a una vida activa y satisfactoria y me ayudaron a convencerles.

Los momentos difíciles

No todo fue un camino de rosas. Hubo momentos de frustración por ambas partes. Un día, después de insistir demasiado, mi madre se enfadó y me dijo: «¡Deja de tratarme como si fuera una niña!. Puedo tomar mis propias decisiones».

Ese fue un momento de reflexión para mí. Me di cuenta de que, en mi afán por protegerla, me estaba olvidando de respetar su autonomía. Tuve que dar un paso atrás y recordar que, al final, (aunque me pesase) la decisión era suya.

El momento del «clic»

Y, no obstante, el verdadero cambio ocurrió de forma inesperada. Un día, fuimos al supermercado y mi madre, sin el andador, se cansó rápidamente. Tuvimos que volver a casa sin terminar las compras. Fue entonces cuando ella misma dijo: «Quizás si hubiera traído el andador, podríamos haber terminado de comprar».

Ese fue el momento del «clic». Mi madre se dio cuenta ¡por sí misma! de cómo el andador podía mejorar su vida cotidiana. A partir de ahí, empezó a usarlo cada vez más, primero con cierta timidez, luego con creciente confianza.

Los Resultados Positivos

Ver a mi madre recuperar su independencia y confianza ha sido una de las experiencias más gratificantes. Ahora sale más, participa en sus actividades sociales sin miedo, e incluso ha retomado su pasión por la jardinería.

Un día me dijo: «¿Sabes?, este cacharro no está tan mal. Me siento más segura y puedo ir a donde quiera sin depender de nadie». Escuchar eso fue música para mis oídos.

Lecciones Aprendidas

Si estás en una situación similar con tus padres, aquí hay algunas lecciones que aprendí en este proceso:

  1. Paciencia, mucha paciencia: El cambio no ocurre de la noche a la mañana. A veces, dar un paso atrás es necesario para avanzar, después, dos adelante.
  2. Empatía ante todo: Intenta ponerte en el lugar de tus padres. Sus miedos y preocupaciones son reales y válidos.
  3. Ofrece opciones, no órdenes: Involucra a tus padres en la decisión. Que sientan que tienen el control es fundamental.
  4. Celebra los pequeños avances: Cada paso, por pequeño que sea, es una victoria. Celébralo con ellos.
  5. Mantén el sentido del humor: A veces, una broma o un comentario ligero puede aliviar la tensión de estas situaciones.

Conclusión: Vale la pena el esfuerzo de convencer a tus padres para usar un andador

Convencer a mi madre de usar un andador fue un proceso largo y a veces complicado, pero ver cómo ha mejorado su calidad de vida hace que todo haya valido la pena. Ahora, cuando la veo salir, confiada, a sus reuniones del club de punto, apoyada en su andador burdeos (que, por cierto, combina perfectamente con su abrigo), siento una mezcla de orgullo y alivio.

Si estás pasando por algo similar, no te desanimes. Con paciencia, empatía y las estrategias adecuadas, es posible ayudar a nuestros padres a aceptar las ayudas que necesitan para seguir disfrutando de su independencia. Recuerda, no se trata solo de su seguridad física, sino de su bienestar emocional y su calidad de vida.

Y quién sabe, tal vez un día tu madre, como la mía, te sorprenda diciendo: «Oye, ¿me ayudas a elegir un bolso que combine con mi andador?». Cuando eso suceda, sabrás que has ganado más que una batalla: habrás ayudado a un ser querido a dar un paso importante hacia una vida más plena y segura.

cadapasocuenta.org
Resumen de privacidad

Esta web utiliza cookies para que pueda ofrecerte la mejor experiencia de usuario posible. La información de las cookies se almacena en tu navegador y realiza funciones tales como reconocerte cuando vuelves a esta web o ayudarme a comprender qué secciones de la web encuentras más interesantes y útiles.